A 2.080–2.100 metros sobre el nivel del mar, el Parque Colibrí se despliega como un refugio para quienes buscan conectar con la naturaleza y dejarse llevar por la adrenalina. Aquí la brisa juega con los microclimas: en las planicies de Santa Rosa se siente un calor suave, mientras que junto al río desciende un frescor revitalizante. Entre senderos llenos de helechos y árboles centenarios, el “baño de bosque” ofrece una caminata tranquila para grupos de cinco o más personas. A paso descalzo se descubre la flora local y conoce los frutos de este lugar como el chamburo, chigualcán, plátano, naranjilla y guabas mientras se aprende a conectarse con la naturaleza y a respirar energía pura, reduciendo el estrés y elevando el ánimo. El campo tiene preparada una tirolesa suave y segura, ideal para toda la familia a partir de cinco años. Sus tres tramos de 170 m, 180 m y 230 m suman 580 m de vuelo sobre el valle, regresando en cable al punto de inicio. Para los buscadores de emociones fuertes, el columpio extremo se sostiene en tres cuerdas laterales reforzadas con poleas de acero grado 8 capaces de soportar el peso de un automóvil y una línea de vida que garantiza la máxima seguridad bajo la normativa del Ministerio de Turismo. El “recorrido del río” combina caminata y comida típica, mientras que quienes deseen pasar la noche pueden elegir una cabaña para hasta seis personas o una zona de camping dentro del campo. Los amantes de la observación de aves encontrarán en el Parque Colibrí un escenario privilegiado. El “gallo de la peña” destaca como la especie emblemática, pero también es posible avistar al colibrí zamarro de cola de raqueta. Entre la fauna autóctona destacan el armadillo, el cuchucho y las ágiles ardillas, recorriendo con curiosidad cada rincón del bosque. En el Parque Colibrí, cada actividad desde el abrazo a un árbol hasta el vuelo en tirolesa cuenta la historia de un territorio vivo, donde la aventura y la serenidad se combinan para regalar experiencias inolvidables.